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¿Por qué oponerse a la eutanasia?

Actualizado: 10 abr 2023

Quienes piensan que estar a favor de la eutanasia es lo correcto, es porque desconocen las verdaderas malas consecuencias que se generan al legalizarla.

Los países que legalizaron la eutanasia han demostrado que año tras año aumentan notablemente el suicidio asistido. Foto: Web.

La eutanasia es ni más ni menos que el suicidio asistido. Es la acción deliberada de asesinar a una persona. Se intenta modificar el lenguaje y llamar a la eutanasia "muerte digna" o incluso "interrupción voluntaria de la vida". Siempre y en todo momento, cuando se intenta legalizar una aberración, quienes impulsan la misma tergiversan el lenguaje para que suene lindo y las personas la adopten como "un derecho".


Quienes están a favor de la eutanasia argumentan que debe legalizarse para que las personas no sufran antes de morir. Sin embargo, el sufrimiento siempre va a estar y la eutanasia no lo va a borrar. De por sí, legalizar la eutanasia está mal porque mata. Asesina. Es un crimen contra una persona. Sea una eutanasia voluntaria o involuntaria, es matar a un ser humano. Esa aberración no puede ser legal.


Lo primero que hay que tener en cuenta es que todo lo que se legaliza por el estado se adopta como algo que está bien hacerlo, por el simple hecho de que no está prohibido, ni penado por las autoridades. Todo lo que no es prohibido es permitido. Entonces, por ejemplo quién se sienta triste por algún hecho que lo amargó, va a tener la opción de pedir a un médico que lo mate. El mensaje que promueven quienes apoyan la eutanasia es: "No luches, no te animes a superar cualquier situación adversa. Mejor dejá que un doctor te asesine".


Quien elige la eutanasia no lo hace en sus cabales, no actúa libremente. Cuando una persona pide que la maten lo hace bajo un tremendo sufrimiento (como por ejemplo tener dificultad para moverse y/o para respirar, está postrada en una cama y/o es una víctima de la depresión). Cree que es una carga para los demás y que no es querido por nadie por su estado de salud.


“La decisión de solicitar la eutanasia está condicionada por todos estos factores, o se toma considerando una circunstancia que no se ha vivido aún: se hace una valoración subjetiva de cómo podría llegar a estar o en qué situación desearía que se le aplicara la eutanasia”, señaló la española Mónica López-Barahona, experta en bioética, para la revista Misión.


Cuando algo se legaliza se convierte en ley, se utiliza el dinero de los impuestos que pagan los ciudadanos al estado para solventarlo. Esto obliga a todos ellos a pagar los diferentes asesinatos que se hagan, en nombre de la "muerte digna". Un estado no puede ser asesino y ese argumento de "Yo no lo haría, pero el que quiera hacerlo que lo haga" no corre, por el simple hecho de que todos los ciudadanos pagan obligatoriamente ese asesinato, incluso los que se oponen a ello.

La eutanasia genera la cultura del suicidio. Foto: Web,

Los médicos que hagan eutanasias a pacientes violan el juramento hipocrático, el cual lo hace cada doctor al egresarse de la carrera de medicina. Un fragmento de ese juramento es: "A nadie daré una droga mortal aún cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer supositorios destructores; mantendré mi vida y mi arte alejado de la culpa. No operaré a nadie por cálculos, dejando el camino a los que trabajan en esa práctica".


Los impuestos se pagan para que haya salud y cada doctor vele por las vidas de cada ciudadano de un país, no se les paga para que maten y hagan mala praxis. La eutanasia pervierte la ética médica. De legalizarse la eutanasia, se desincentivará la inversión para cuidados paliativos, ya que eso es un "ahorro" para el estado.


Quienes apoyan la eutanasia, piden que un médico asesine a su propio familiar, que es básicamente lo mismo a que lo hagan ellos. Como no se animan, entonces se lo piden al doctor que se convierta en sicario. No hay ninguna diferencia entre que un hijo, un hermano o un nieto asesine a su familiar con que lo haga el médico. Así lo haya pedido el familiar agonizante anteriormente, con total consentimiento, esa gente que pidió la eutanasia para su ser querido, cargará toda la vida con ese asesinato, aunque su conciencia le marque otra cosa.


Lo más lamentable es que cuando alguien pide la eutanasia, es porque cree que su familiar ya no tiene cura, y son muchísimos los casos en donde hubo diagnósticos médicos errados, en donde personas que parecían muertas se han recuperado milagrosamente y se han puesto muy bien.


Realmente quienes piden la eutanasia piensan que todos los médicos son honestos? Que pasa si hay un doctor que no tiene ganas de trabajar y da un diagnóstico falso, en el que dice que un paciente es un enfermo terminal y no tiene cura, con tal de recomendar la eutanasia a sus familiares, para que se asesine al enfermo y el médico tenga menos trabajo? No hay que ser ingenuo. La corrupción prolifera en el mundo y el campo de la medicina no está exento de eso. Legalizar la eutanasia solo genera la desconfianza entre el paciente y los médicos y ha ocurrido que muchas personas se han ido de países con eutanasia legal porque no creen en los doctores de esas naciones.


Tampoco hay que confiarse en la honestidad de las personas en si. Una eutanasia puede convertirse en una especie de aborto retroactivo para padres no deseados. Según la doctora Mónica López Barahona, en muchos casos los hijos o nietos piden que se aplique la eutanasia a sus padres o abuelos para que se hagan con el dinero de la herencia. Los padres plantean, usar el dinero de la herencia para cuidados paliativos, en caso de enfermedades incurables, como el Alzheimer o el Parkinson.


Hay que tener en cuenta que cuando se realiza una eutanasia no hay vuelta atrás. El enfermo muere y ya no puede regresar a la vida, ni tampoco pueden interrumpir ese proceso quienes aplicaron la eutanasia y asesinaron a su familiar. Es por eso que es incorrecto y vergonzoso tratar a la eutanasia como "Interrupción voluntaria de la vida". Cuando algo se interrumpe, es porque luego puede volver a reanudarse. En cambio la vida de un paciente asesinado no se reanuda tras la eutanasia.


La legalización de la eutanasia favorece a crear una cultura del suicidio. En esta sociedad, en donde cada vez se valora menos la vida y las cosas buenas de ella, se creará un pensamiento colectivo en el que cualquier persona enferma debe ser asesinada por la eutanasia y se normalizará esta práctica, como pasa en todos los países del mundo en donde se ha legalizado esta aberración.


En naciones como Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Canadá se ha aprobado la eutanasia. Según cifras oficiales de los ministerios de salud de cada país, en Países Bajos se legalizó en 2002 y pasaron de ser 1900 en 2002 a ser 6450 en 2019; en Bélgica también la eutanasia es legal desde 2002, año en el que se registraron 15 eutanasias y en 2019 se dieron 2640; mientras que en Luxemburgo se legalizó en 2009, en donde hubo un pedido de eutanasia y en 2019 hubo 25. Por último en Canadá se legalizó la eutanasia en 2016, en donde hubo 1000 de ellas y en 2020 ocurrieron 7600. Es la cultura del suicidio.


Esta cultura del suicidio siempre va a generarse especialmente en las personas pobres, de clase baja. Quienes son ricos no piden la eutanasia, sino que van a los hospitales privados y de mayor calidad, para tratar de salvar la vida de su ser querido. Basta con mencionar el caso del físico estadounidense Stephen Hawking, quién se ha mostrado a favor de la eutanasia y sin embargo, a pesar de sufrir la enfermedad degenerativa ELA (Esclerosis lateral amiotrófica) no se ha aplicado la eutanasia.


La eutanasia busca sacar de encima a los pobres y a quienes se creen que estorban y sobran en la sociedad. Pero la realidad es que en este mundo nadie sobra y cada ser humano es valioso desde su lugar. Cada vida vale y debe ser cuidada y respetada hasta el último momento. La solución es brindar cuidados paliativos, no matar.


No siempre es una cuestión de enfermedad terminal


Existe una fuerte tendencia a aplicar la eutanasia a los enfermos psiquiátricos, dementes, ancianos y a recién nacidos que son discapacitados. El primer lugar en donde se legalizó la eutanasia fue en la Alemania nazi del dictador y genocida Adolf Hitler, en la década de 1930, para acabar con las vidas de quienes no eran de la "Raza Aria". Forzaban a morir, en nombre de "muerte por piedad", entre ellos a adultos mayores y discapacitados.


Tampoco hay que dejar de lado lo espiritual. No hay que tener miedo, ni ruborizarse por hablar de ello. Que hablar de Dios no sea tabú. Mucha gente en el mundo cree en Dios y es religiosa. Hay que tener en cuenta que el dolor purifica y Dios lo pone en algunas personas para que puedan redimirse y arrepentirse de todos sus pecados antes de morir. Dios espera hasta que el más malo se arrepienta a último momento de todos sus pecados y malos actos en la vida. El octavo mandamiento de Dios es "No matarás", por lo que la eutanasia es un pecado grave, tanto de quien pide la eutanasia como quienes la avalan y la aplican. La eutanasia busca también que haya menos almas en el cielo.


En este mundo nadie sobra. Por ejemplo, Argentina es un país muy despoblado y quieren debatir eutanasia (solo 10 habitantes por km2 en un territorio de 2,78 millones de km2) y en Europa hay una crisis de envejecimiento y de despoblación, reconocida incluso por la Comisión Europea, por lo que la eutanasia hace que haya más despoblamiento aún y agrava ese problema.


Es importante remarcar esto porque el hecho de que Europa se despueble, y cada vez se flexibilice la inmigración ilegal (especialmente de inmigrantes de naciones islámicas), hace que el viejo continente pierda cada vez más los valores occidentales de su cultura y se ponga en peligro a las poblaciones. Por ejemplo que venga un islámico y asesine a un católico o a una joven por no usar la burka.


Esto forma parte de la llamada Agenda 2030, que quieren imponer los globalistas de organizaciones como la ONU y la OMS en todo el mundo, con la ayuda de magnates como George Soros y Bill Gates, como así también de diferentes políticos. No es casualidad que en estos últimos años los diferentes países del mundo legalicen leyes de reducción de población como las de aborto, eutanasia y también las leyes de ideología de género, con el afán de que los seres humanos no se reproduzcan. Cuanto menos personas sean, más fácil será para las élites gobernar y controlar las poblaciones.


Lejos de promover la valentía, lo que promueve el progresismo y la Agenda 2030 es la cultura de la cobardía, con leyes como las de la eutanasia, el aborto, la ideología de género y el salario universal: "Matate que ya no servís", "Asesiná a tu propio hijo antes de nacer", "Odia tu propio sexo", "Odia tu vida y no la valores", "No trabajes, no te esfuerces y espera a que el estado te regale el salario universal, así no trabajás en toda tu vida". Lejos de querer la felicidad del mundo, la Agenda 2030 promueve la infelicidad y el fin de la humanidad, mediante leyes de despoblación mundial y de pobrismo. Y quienes promueven la Agenda 2030 ya hacen una advertencia al respecto cuando dicen: "No tendrás nada y serás feliz".

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