El actual presidente argentino avisó en un video que no irá por la reelección presidencial, en medio de una crisis económica, social y cultural sin precedentes en Argentina. Será el primer Presidente en terminar su mandato que no se presenta a reelección en 34 años.
La República Argentina pasa su peor crisis económica desde la hiperinflación de 1989. La devaluación del peso argentino no tiene techo, la inflación es de tres dígitos y todo parece indicar que el destino final es una hiperinflación al estilo de la Venezuela chavista de Nicolás Maduro. Ya la pobreza es de casi el 50% y el sueldo promedio es de menos de 200 dólares mensuales. Eso no es todo, si no que también la inseguridad va en aumento (sobre todo en la ciudad de Rosario y en el conurbano bonaerense, en donde las mafias narcos amenazan a los ciudadanos).
Bajo este contexto, Alberto Fernández sabe que muy pocos lo votarían y hasta los mismos kirchneristas intentan despegarse de su propio gobierno, aunque Cristina Kirchner sea la vicepresidente y la que manda en la coalición del Frente de Todos. Sobre todo, el presidente sabe que su popularidad alta (de casi el 90% que tuvo en el primer mes de la pandemia del COVID en 2020) bajó tremendamente con su larga cuarentena, la aplicación del pase sanitario, la corrupción por las fiestas de Olivos en medio de la cuarentena y sobre todo por la terrible crisis económica, social y cultural que atraviesa Argentina.
Alberto Fernández publicó un video en sus redes sociales, que dura un poco más de siete minutos, en dónde comunicó que no será nuevamente candidato a presidente de Argentina y de este modo no irá por la reelección. Es el primer presidente argentino, desde el radical Raúl Alfonsín en 1989, que termina un mandato presidencial y no va por la relección.
En dicho video, Fernández reconoció algunos fracasos como el terrible aumento de la inflación (la más alta de la región en marzo de este año, incluso más que la generada por Maduro en Venezuela en dicho mes) y de la pobreza, cifras las cuales prometió bajar cuando fue candidato a Presidente en 2019. Trató de inútil al ex-Presidente Mauricio Macri, pero desde su llegada empeoró absolutamente todos los índices económicos.
Prometió encender la economía y hay que reconocer que lo hizo: directamente la prendió fuego. Aunque prometió a los argentinos que durante su mandato iban a "llenar las heladeras" y "volver al asado". Pero la realidad es que el precio de la carne aumentó muchísimo y se volvió casi que inalcanzable para los argentinos, mientras las empresas que fabrican polenta quintuplicaron sus ventas, al mismo tiempo que las heladeras de los hogares argentinos están más vacías que hace cuatro años atrás.
Video que publicó Alberto Fernández en su Facebook:
Eso sí, como es típico en los peronistas, siempre la culpa de sus fracasos son de otros. Culpó a Macri, culpó al COVID, a la sequía, a la guerra entre Rusia y Ucrania, y también atacó a los trabajadores del campo que no quieren cambiar liquidar sus dólares por no tener confianza en dicho gobierno (que devaluó tremendamente el peso y encima tiene un brutal cepo cambiario), como todos los argentinos que no quieren guardar sus dólares en los bancos y los compran en el mercado paralelo. A ellos los llamó "especuladores".
Además de mostrarse, en algunos fragmentos, con los socialistas chavistas de Evo Morales y Lula Da Silva, y de también hacerlo con el izquierdista estadounidense Joe Biden, revindicó a Néstor Kirchner, el padre del socialismo chavista en Argentina, y también se sintió orgulloso de ser militante peronista. En referencia a su espacio político, afirmó: "Nuestro espacio debe ser garante de que no volverá la derecha a traernos su pesadilla y oscuridad".
Encima atacó a los ciudadanos argentinos que pacíficamente pedían cuidar la independencia judicial, contra los ataques del kirchnerismo. La única preocupación de Alberto Fernández y de los demás kirchneristas es que no llegue un gobierno que realmente sea de derecha, y apueste a la creatividad, al mérito, al trabajo, a la creatividad y hacer sentir útil y valorado a cada ser humano, que no dependa de dádivas, ni clientelismo político, para poder vivir dignamente.
También Fernández recordó que su gobierno es kirchnerista (en un contexto en el que los cristinistas se quieren despegar del desastre gubernamental actual, cuya mandamás es justamente Cristina Fernández de Kirchner), ya que dijo no tener adversarios y que los rivales son los que va a enfrentar el Frente de Todos en las elecciones generales (es decir, Patricia Bullrich y Javier Milei por ejemplo). Pidió una "revitalización" del peronismo, y sin vergüenza alguna dijo: "El peronismo tiene todo para ganar. Depende de nosotros". Esto es realmente una subestimación a la gente, ya que nunca manifestó que la suerte electoral del peronismo depende del sentir ciudadano, sino de algún candidato de este gobierno espantoso.
Lo cierto es que Alberto Fernández será recordado como un político que vendió sus convicciones a cambio de ser Presidente de Argentina. El mismo que en su momento arremetió contra Cristina Kirchner y Néstor Kirchner (a los cuáles públicamente acusaba y trataba de corruptos), el mismo que marchó para pedir justicia por el asesinato del fiscal Alberto Nisman, el mismo que en su momento pidió respaldar al macrismo en las elecciones de medio término del año 2017, y el mismo que décadas anteriores opinaba en contra de la legalización del aborto, vendió todas sus convicciones por dinero de la corrupción kirchnerista.
Se la jugó por la corrupción, por la cultura de la muerte (matar bebés inocentes en los vientres de sus madres) y por fomentar la vagancia. Será recordado como un pésimo Presidente, que seguramente no tenga más lugar en la política argentina. Alberto Fernández no fue el Alberto "moderado" que miitaron los medios de comunicación vendidos, sino un títere de Cristina Kirchner y de la agenda 2030.
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