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En política, 1 + 1 no es 2

Actualizado: 10 abr 2023

Casos recientes demuestran que los votos de un candidato a otro no se trasladan en un ballotage, a pesar del respaldo público.

En Chile y en Colombia se han dado resultados muy sorprendentes, si se tienen en cuenta las alianzas políticas hacia las segundas vueltas electorales. Foto: Fotomontaje.

En los últimos días se ha hablado mucho en los medios de comunicación brasileros sobre a quién apoyarían los candidatos que no ingresaron a la segunda vuelta, si a Jaír Bolsonaro o a Lula Da Silva. Finalmente los candidatos Simone Tebet y Ciro Gomes (sumaron casi un 8% de votos entre los dos) decidieron apoyar al socialista fundador del Foro de Sao Paulo, Lula Da Silva. Aunque esto parezca historia sentenciada sobre lo que pasará en el ballotage (ya que Lula obtuvo más del 48% de los sufragios), lejos está de que eso sea así.


Aunque se piense que para Bolsonaro sea imposible remontar una elección (en la que sacó un 43% de votos) en estas condiciones, lo cierto es que hay muchos casos similares, en donde candidatos políticos apoyaban a uno en el ballotage, y a pesar de que la matemática indicaba que esos candidatos respaldados ganarían las elecciones, sucedió todo lo contrario.


El caso más reciente tiene que ver con las elecciones presidenciales de segunda vuelta que se llevaron a cabo en Colombia, el 19 de junio. En la primera vuelta salió primero el comunista Gustavo Petro, quién obtuvo el 40,34% de los votos, y segundo fue el populista de centroderecha Rodolfo Hernández, que se hizo con el 28,17% de los sufragios. Tercero quedó el conservador (también de centroderecha) Federico Gutiérrez, con el 23,94% y cuarto el centrista Sergio Fajardo, que se quedó con el 4,18% de los votos.


Bajo ese panorama, Federico Gutiérrez respaldó rotundamente a Rodolfo Hernández, de cara al ballotage. Además Sergio Fajardo también apoyó (aunque muy tibiamemte) a Rodolfo Hernández. Con esos votos, o por lo menos un 22% de ese 28%, le alcanzaba a Hernández para ser electo presidente de Colombia. Sin embargo, el izquierdista Gustavo Petro ganó con más del 50% de los votos y Hernández obtuvo el 47%, por lo que de ese potencial 28%, solo pudo sumar un 19% (9% menos de lo esperado).


Otro ejemplo de que en política no es lineal el traslado de votos de un candidato a otro tiene que ver con las elecciones presidenciales de Chile, que se llevaron a cabo en 2021. En la primera vuelta, el derechista conservador José Antonio Kast se impuso con el 27,91% de los sufragios, segundo fue el socialista Gabriel Boric con el 25,83%, tercero el centrista Franco Parisi con el 12,80%, cuarto el centrista piñerista Sebastián Sichel con el 12,78%, quinta la centroizquierdista Yasna Provoste con el 11,60%, sexto el izquierdista Marco Enríquez con el 7,60% y séptimo el marxista-leninista Eduardo Artés, con el 1,47%.


Los apoyos hacia la segunda vuelta quedaron de la siguiente manera:


  • Apoyaron a Kast: Sebastián Sichel y Franco Parisi (total 25,78%).


  • Apoyaron a Boric: Yasna Provoste y Marco Enríquez (total 19,20%).


De este modo, el favorecido debió haber sido Kast, con una suma total de 53,49%, mientras que Boric se aseguraba un supuesto 46,50%. Sin embargo estas sumas fueron puro número intrascendente, ya que Boric triunfó rotundamente con un 55,87% de votos, mientras que Kast obtuvo el 44,13% de los sufragios. El derechista solo sumó un 16,22% de ese 25,78% que sumaban Sichel y Parisi. Mientras que Boric sumó un 30,4% de votos (casi un 11% más de los votos de los candidatos que lo apoyaron).


Dicho todo lo anterior, se puede concluír que los votos no son de los candidatos políticos, sino que son de los ciudadanos. En definitiva son ellos quienes sufragan y en muchos casos al votar al que consideran menos peor, dan ese voto a alguien que es muy distinto a su ideología política. Se podría definir a esta clase de respaldo como "apoyo por negación". El apoyo por negación es un respaldo hacia un candidato con el que las masas no se sienten identificadas, ni tampoco con su proyecto político. Es un apoyo que carece de respaldo popular necesario para hacer reformas, ya que cuenta con serios problemas de legitimidad, que muchas veces se traducen en inestabilidad política y caos (Kaiser, 2014).


Se vota en contra de un político y no a favor de otro, y es por eso que muchas veces los números no coinciden con los diferentes apoyos que hagan el resto de los candidatos que quedaron fuera del ballotage, por lo que nunca hay que dar por sentado que un político ganará una elección porque X postulante lo apoya. Valga la redundancia: los votos son de los ciudadanos y no de los políticos.

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